Si, como María la hermana de Lázaro, tenemos el privilegio de poder sentarnos a los pies de Jesús y escuchar sus palabras de amor, paz y gozo, ¿quién rechazará ese regalo?. Bien hagámoslo. Dios nuestro Señor nos habla mucho más a menudo de lo que a nosotros le escuchamos. Le cerramos la puerta mucho más de lo que nos lo imaginamos. Nosotros avanzaríamos grandemente en la perfección en un año si cada día nos pusiéramos unos minutos a los pies del Señor y le escucháramos lo que nos dice para mejorar cada día nuestras propias vidas.
Entre los años 1225 y 1247 vivía una mujer en Santarém que era muy infeliz pues estaba convencida de que su esposo le era infiel. Utilizó toda la astucia de la que ella era capaz para atraer a su esposo, pero no tuvo ningún resultado. Desesperada ante su situación, visitó a una hechicera del pueblo, la cual le prometió que su esposo volvería a amarla como antes con la condición de que le llevara como paga una Hostia Consagrada.
Esto atemorizó grandemente a la mujer, pues sabía que aquello sería un gran sacrilegio, pero finalmente accedió. Al recibir la Comunión en su iglesia parroquial de San Esteban, no la consumió sino que salió de la iglesia inmediatamente, se sacó la Hostia de la boca y la puso en un nudo de su pañuelo de cabeza.Por el camino a la casa de la hechicera, la Sagrada Hostia comenzó a sangrar. La mujer no se dio cuenta de lo que ocurría hasta que se lo comunicaron otros transeúntes, pensando que era ella la que sangraba. El pánico estremeció el corazón de la mujer. Se fue a su casa y puso la Hostia, envuelta aun en el pañuelo, en el fondo de un baúl de cedro donde guardaba sus pertenencias en su habitación. Allí se quedó, con gran temor, todo el día hasta que anocheció.
Cuando su esposo llegó a la casa tarde esa noche, se fueron a dormir, aunque lo mas seguro es que ella no haya descansado mucho. La culpa de su pecado la atormentaba, y también la duda de saber si la Hostia continuaba sangrando.
En la plena oscuridad de aquella habitación, aconteció otro gran milagro. Salieron del baúl brillantes rayos, haciendo que la pareja se despertase. Vieron entonces una espectacular visión de ángeles adorando la Hostia sangrante. La mujer no pudo más y confesó el gran pecado a su esposo. Los dos se arrepintieron y pasaron el resto de la noche arrodillados en adoración y reparación ante la Hostia Milagrosa.
Por la mañana informaron al sacerdote de la parroquia, el cual fue a la casa y escuchó la historia relatada por la mujer. El sacerdote regresó la Hostia a la iglesia de San Esteban en solemne procesión, acompañado por muchos del clero y laicos. La Hostia continuó sangrando por tres días. Finalmente se decidió ponerla (aún sangrando) en un relicario de cera de abeja. Allí permaneció la Sagrada Hostia por mucho tiempo hasta que ocurrió un segundo milagro.......... (Para más información agrego un enlace dedicado al Milagro Eucarístico de Santarém)