Abrimos este mes de octubre tan mariano con una advocación de la Virgen muy querida, a la vez que patrona, en las tres repúblicas del Plata: Argentina, Uruguay y Paraguay.
En 1630, un inmigrante portugués que residía en el centro de la Pampa, pidió a un amigo brasileño que le trajera a la Argentina una imagen de la Virgen María para venerarla en la capilla de su finca. La imagen fue transportada dentro de un cajón en una carreta tirada por bueyes, por tortuosos caminos que conducían a la ciudad de Mendoza. Cuando bajaba por el río Luján, la carreta se encalló y los bueyes se detuvieron, de tal manera que no se pudo continuar. Ante esto, todos entendieron que la Virgen quería quedarse en ese lugar. Y aquí se construyó la primera capilla en la que se comenzó a venerar a Nuestra Señora de Luján, a la que también llaman “Virgen del Plata” o “Virgen Gaucha”.
Fue en 1930 cuando el papa Pío XI, a petición de los obispos del lugar, proclamó a esta Virgen patrona de las Repúblicas del Plata.
En junio de 1982, visitó este santuario el beato papa Juan Pablo II, y a esta Virgen le rezó así: “Madre, escucha a tus hijos e hijas de la nación argentina, que acogen como dirigidas a ellos las palabras pronunciadas desde la cruz: ¡He ahí a tu Hijo! ¡He ahí a tu Madre!......
La Virgen María ha prometido a quién rece diariamente tres Avemarías tendrá su auxilio durante la vida y muy especialmente en la hora de la muerte para morir en la amistad de Dios. La Iglesia ha recomendado siempre el rezo de las tres Avemarías como medio eficacísimo de asegurar nuestra salvación.
La Virgen María ha prometido a quién rece diariamente tres Avemarías tendrá su auxilio durante la vida y muy especialmente en la hora de la muerte para morir en la amistad de Dios. La Iglesia ha recomendado siempre el rezo de las tres Avemarías como medio eficacísimo de asegurar nuestra salvación.