Comentario a la Palabra de Dios (Mt 13, 44-52)
UN TESORO ESCONDIDO
Palestina era una tierra plagada de tesoros escondidos. Ante el peligro constante de guerras, los habitantes del lugar enterraban sus objetos más valiosos y sus monedas de oro o plata con la esperanza de recuperarlos tras la contienda. Muchos perecían en la lucha y esos tesoros quedaban para siempre ocultos. De modo que la vida cotidiana de la gente transcurría sobre una tierra preñada de tesoros. Jesús compara el reino de los cielos a uno de esos tesoros, que un hombre hallaba por casualidad. Aquel campo, hasta entonces inapreciable, repentinamente adquiere un valor incalculable.
!Ha aparecido el tesoro escondido en aquella tierra y todo cambia de perspectiva! Ahora “lleno de alegría” está dispuesto a dar la vida y todo lo que posee por un campo que nadie es capaz de valorar.
ROMPE LA MONOTONÍA
Por lo general, nuestra vida se desarrolla en medio de una grisácea monotonía que no solemos apreciar: trabajo, familia, tareas cotidianas, compromisos.... Hasta que un día milagrosamente hallamos el tesoro escondido en nuestro campo. Y entonces, incluso aquello que habíamos llegado a maldecir por ser motivo de tantos sinsabores, adquiere un valor inestimable. Merece la pena empeñarse por la tierra de nuestra familia, de nuestro trabajo, de nuestros amigos, de nuestra comunidad parroquial, aunque a veces nos toque labrarla bajo el sol del mediodía.
!Dejemos que nos embargue la alegría del hombre de la parábola! Nuestra vida, como las tierras de Palestina, también está plagada de tesoros. Vivamos convencidos de que en nuestro campo, por árido que pueda parecer, está escondido el tesoro del reino de Dios, capaz de dar sentido y valor a cada instante de nuestra existencia.