MENSAJE DE LA SANTÍSIMA
VIRGEN DADO AL PADRE GOBBI, EL 8 DE DICIEMBRE DE 1997 EN LA FIESTA DE
LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN VACALLO (SUIZA).
Abrid
las puertas a Cristo.
“Contemplad
hoy el esplendor celestial de vuestra Madre Inmaculada y dejaos
atraer todos tras la onda de mi suave perfume.
Soy
la Inmaculada Concepción. Soy toda bella: tota pulchra.
Soy
el tabernáculo viviente de la Santísima Trinidad, donde el Padre es
perennemente glorificado, el Hijo perfectamente amado y el Espíritu
Santo plenamente poseído.
Soy
la puerta que se abre para vuestra salvación. Mi misión materna es
la de prepararos a recibir a mi Hijo que viene.
-Abrid
las puertas a Cristo.
Jesús
vino a vosotros el día de su nacimiento terreno, por medio de Mí su
Madre virginal, para ser vuestro Salvador y vuestro único Redentor.
Contempladlo
con pureza de corazón y con una mirada de amor en el momento en que
nace de Mí, es depositado en un pesebre, experimenta el rigor del
frío y del hielo de un mundo que lo ignora y lo rechaza.
Este
pequeño niño que llora es Dios con nosotros, es el redentor del
mundo, es el único Salvador.
Sin
Él es imposible para el hombre encontrar la salvación.
-Abrid
las puertas a Cristo.
Abrid
las puertas de vuestra mente, para acoger con humildad y con
docilidad su divina Palabra.
En la
tiniebla profunda que envuelve las mentes de una humanidad inmersa en
el error, sólo su Palabra os trae la luz de la Verdad.
Haced
resplandecer en el mundo el anuncio de su Evangelio. Cumplid la
misión que os ha sido confiada de una nueva evangelización.
Llevad
también su Palabra a los pobres, a los pecadores, a los enfermos, a
los presos para que puedan caminar todos en la luz de la Verdad.
-Abrid
las puertas a Cristo.
Abrid
las puertas de vuestra alma, para acogerlo de una manera digna, en el
momento en que se os comunica bajo las especies de la Eucaristía.
Es
Jesús en su Persona divina, con su Cuerpo glorioso y su divinidad, a
quien recibís, cuando os acercáis a la Santa Comunión.
Debéis
preparar en vuestras almas una morada que sea digna de Él.
Por
esto os invito a huir del pecado, a no dejaros poseer por el pecado,
para vivir siempre en la gracia y en el amor de Dios.
Si
alguna vez os ocurriese la desgracia de caer en el pecado mortal, es
necesaria la confesión sacramental antes de recibir la Comunión
Eucarística.
Hoy
mi Corazón sangra al ver como se difunden cada vez más las
comuniones sacrílegas a causa de muchos que se acercan a recibir a
Jesús en la Eucaristía en estado de pecado mortal, sin confesarse.
Por
lo tanto que vuestras almas estén llenas de gracia y de santidad, de
tal manera que recibáis a Jesús de modo digno cuando se da a
vosotros en el sacramento de su Amor.
-Abrid
las puertas a Cristo.
Abrid
las puertas de vuestro corazón, para que podáis acogerlo con fuerza
de vuestro amor. Jesús os lleva a la perfección del amor.
Él
ama en vosotros, por medio de vosotros su amor se derrama a todos.
Él
quiere amar a cada persona que encontráis en vuestro camino.
Por
medio vuestro su caridad divina se dilata y así os convertís en
instrumentos del triunfo de su Amor Misericordioso.
-Abrid
las puertas a Cristo.
Abrid
las puertas de vuestra vida a Cristo cuando volverá en el esplendor
de su gloria.
La
vida cristiana debe estar siempre orientada a esta espera.
Por
esto os invito a vivir en la confianza y en una gran esperanza.
Dejaos
llevar entre los brazos de vuestro Padre Celestial con abandono
filial.
Entonces
cada día de este tiempo doloroso será vivido por vosotros en la
serenidad y en la alegría.
Porque
los sufrimientos del mundo presente no son comparables a la gloria
que os espera, cuando Cristo se manifestará y vosotros lo veréis
tal como es, en el fulgor de su divino esplendor.”